agosto 01, 2011

Creer, crear y croar

Por Jaime Neftalí Martínez Hernández, Profesor del Campus Sur

“Creer posible algo es hacerlo cierto.”

Friedrich Hebbel

“La ocasión hay que crearla, no esperar a que llegue.”

Sir Francis Bacon

“Volver a ver reverdecer la fe de ser y creer en crear y croar y croar…”

Oliverio Girondo

Los mexicanos, fieles seguidores al espíritu fiestero que nos caracteriza, siempre -o casi siempre- atendemos invitaciones, pero pocas veces entendemos a cabalidad eso que la mayoría llama coincidencia. En realidad, frecuentemente confundimos causalidades con casualidades.

En días pasados, una amiga cercana refería declaraciones retóricas del Secretario de Educación Pública: “Y Lujambio habló de emprendedurismo. ¡Esa palabra ni existe!”, decía. “¡Claro que existe!”, le repliqué con firmeza.

Las palabras nacen cada vez que uno las nombra y se les da significado permanente a través del uso y abuso en la práctica cotidiana.

Emprendedurismo es todo aquello que nos lleva a aventurarnos, con afán y locura, a forjar nuevas empresas de vida, a crear nuevas oportunidades y realidades, entre la razón y el corazón.

Existe un potencial emprendedor en cada uno de nosotros, en los nacidos en este afortunado país de majestuosas raíces prehispánicas, incluso precolombinas. Somos mucho más que triunfos de ocasión o fenómenos mediáticos originados en “garbanzos de a libra” que ocasionalmente triunfan en tierras propias y extrañas.

Hurgar en el panorama que a cada uno antecede, encontrar razones y motivos para mostrar y demostrar el propio talento, las veladas virtudes, las ansiadas fortalezas.

Volver a creer…, a creer en serio y en serie; recuperar la fe en nosotros mismos. Creer en México como país de emprendedores, de exitosos empresarios de su propia vida, de seres autogestivos que miran y observan el panorama mundial arropados por esa dignidad y gallardía que nos corresponde por ser herederos de una civilización histórica, no necesariamente histérica. Potenciar habilidades, neutralizar debilidades.

Pero no sólo creer y dejar los sueños en manos de otros, de terceros sin caras ni nombres. No sólo creer y dejar el vuelo para otro tiempo, para los archivos del hubiera; ese síndrome tan nacional de planear y no aterrizar.

Después de creer es imperativo crear…, materializar las ideas, darle pauta y armonía a los sueños; saber caer, aprender a levantarse, administrar la realidad.

Una vez que se crea, que se tienen hechos y datos, evidencias y argumentos, es justo y necesario croar…, dar a conocer lo creado, dignificar el esfuerzo propio, para ser y parecer, para estar y perdurar.

Abundan ejemplos de personas físicas y morales, que ocupan la mayor parte de su tiempo en croar sin crear, entes multicolores que vociferan lo no hecho, lo no alcanzado, lo no creado.

Triste es ver a jóvenes estudiantes en carreras universitarias a quienes no les motiva el más mínimo sentido de identidad profesional; compatriotas que trabajan “porque no hay de otra”; amantes de nostalgias y melancolías que no cierran ciclos, personas que sólo se mecen y se dejan caer; individuos que crean sin creer.

La propuesta, entonces, es atender y entender el orden señalado: primero creer, para luego crear y, en sintonía exacta y merecida, croar y croar…

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